lunes, 20 de junio de 2011

TP: Tribus urbanas

Los jóvenes, la tecnología y la identidad cultural
¿Tienen los jóvenes de estos tiempos identidades definitorias y tan segmentadas como suele mostrarse?


 

Floggers, emos, cumbieros, glams, y siguen las firmas. Desde poco más de un año y medio los grandes medios de comunicación comenzaron a prestar atención a algunas manifestaciones culturales de los jóvenes, en una búsqueda acelerada por “descifrar” a las nuevas tribus urbanas que los adolescentes habían creado. Esas notas periodísticas tienden por lo general a encasillar lo que se entiende como distintos grupos juveniles, con marcadas diferencias, actitudes y orígenes sociales. Los trazos más gruesos de estos grupos son puestos de relieve y, finalmente, las crónicas resaltan como inevitable el enfrentamiento –a veces hasta físico- entre las identidades.

El ojo de los medios (que muchas veces responde a una censura “adulta” sobre un fenómeno joven) se desvive por mostrar una “nueva cultura” que estaría rompiendo con los viejos moldes de las décadas pasadas. Sin embargo, son pocas las ocasiones en que otorgan a los nuevos protagonistas la voz principal del relato. Casi siempre el periodista-antropólogo se esfuerza por categorizar y segmentar esas identidades y hasta elaborar un listado un tanto policial de los “elementos” que convierten a un adolescente en
emo, flogger o cumbiero.


Pero, ¿es esto así? ¿Tienen los jóvenes de estos tiempos identidades definitorias y tan segmentadas como suele mostrarse? ¿La mayoría de los adolescentes en edad escolar se ven así mismos como parte de alguna de esas tribus tan quirúrgicamente examinadas por la prensa? Pareciera que los tiempos actuales son más proclives a pertenencias difusas, superpuestas y cambiantes.
Los medios, y el mundo adulto en general, suelen estar intrigados por los cambios en los comportamientos de los adolescentes y jóvenes, pero muchas veces ese acercamiento se hace desde la búsqueda de “lo exótico” o el contraste. Sin embargo, una de las características mas evidentemente desarrolladas por las chicas y los chicos que hoy pueblan las aulas, es su relación cotidiana con la tecnología y la informática. Como señaló recientemente Andrew Davidson, encargado de un estudio global sobre el comportamiento de los jóvenes:
La gente joven no ve 'lo tecno' como una entidad separada, es una parte orgánica de sus vidas. Hablar con ellos sobre el papel de la tecnología en su estilo de vida es como hablar con los niños de los 80 sobre el papel que los columpios o el teléfono jugó en su vida social: invisible".

Invisible y a la vez determinante, se podría agregar.

Por eso, vamos a intentar un abordaje que no se detenga solo en los rasgos más notorios de las modas y apariencias, si no pensar de qué forma el mundo de relaciones sociales, económicas y culturales que los jóvenes heredan de los adultos es incorporado en el universo simbólico que los propios adolescentes construyen.

Es un momento de cambio, y la escuela, como cualquier institución suele tardar más en procesar ese cambio que los propios individuos. Cómo dice el investigador Sergio Balardini:
"Tenemos un mundo cada vez más 2.0, con instituciones –no solamente la escolar- 0.1” 1
 
De ayer a hoy
 
Desde fines de la década de 1950 y durante la de 1960, la cultura juvenil entró de lleno en el mercado de masas, y cada generación se destacó por algunas características particulares, que la diferenciaban de la anterior. En algunos casos, fue la música; en otros, la política; y en otros, la ruptura con las costumbres familiares o las formas de vestirse.
 


 

Durante las décadas de 1960 y 1970, en la Argentina, muchos jóvenes construyeron su identidad colectiva e individual sobre la música y sobre la política. Pero, a diferencia de los tiempos actuales, los cortes al interior de esa juventud eran muy marcados: los “politizados” veían despectivamente a los “hippies” o “roqueros”, que a su vez mostraban una distancia considerable respecto al compromiso social asumidos por los primeros. Pero, al mismo tiempo, la música y la política aparecían en un horizonte de novedad, de descubrimiento… Y la mayoría de los jóvenes los vivieron con sentido protagónico y lo convirtieron en ámbitos de acción y creación propias, en contraposición a las demás generaciones.

Muchas veces se acusa a los jóvenes del presente de ser una contracara de aquellos tiempos y, a diferencia de ellos, regodearse en el no compromiso, el desinterés por lo público y la reclusión en el ámbito privado. Sin embargo, habría que anotar que difícilmente los jóvenes podrían tener esos valores en tanto ha sido la sociedad en su conjunto quien se alejó de las pautas solidarias y de compromiso.

Por otro lado, en un marco de democracia política sólida –en la cual han nacido y han sido criados los adolescentes y jóvenes de hoy- la “novedad” que puede tener la participación ciudadana es mucho menor, y muy difícilmente pueda ser pensada desde esquemas idealistas o románticos como lo fue en otras épocas.

Como anota el psicólogo Sergio Balardini en “
Jóvenes, tecnología, participación y consumo 2 , el hecho fundante de la nueva juventud es el cambio radical operado en la esfera económica y comunicacional de los últimos años. La Revolución Científico- Técnica (RCT) ha posibilitado materialmente nuevas formas de relación humana, nuevas formas de consumo y nuevas maneras de construcción de la identidad colectiva e individual.

La RCT inició un proceso de cambio social hace 25 años que condujo a la constitución de una identidad “global” –pautas de consumo similares en Buenos Aires, New York o Nueva Delhi- y, a la vez, a una mayor diferenciación al interior de cada sociedad, en tanto la desigualdad social termina construyendo identidades muy fragmentadas y crea una dificultad creciente para un diálogo entre jóvenes de distintos estratos sociales.
¿Cuál es tu tribu?


 

El nombre de “tribu” 3 se fue popularizando como forma de describir –generalmente desde afuera- a las nuevas formas de agrupamiento juvenil de acuerdo a ciertas pautas de comportamiento, consumo, estética, etc. A diferencia de otros momentos históricos, la forma “tribu” responde a una sociedad menos homogénea, con identidades mucho más fragmentadas. Es importante notar que esto no es un hecho “de los jóvenes”, si no que atraviesa a todo el tejido social. También podríamos hablar de “tribus” en el sector laboral, académico, artísticos, político, etc.

Una de las particularidades de las tribus es que a pesar de tener ciertas señas particulares, el pasaje de una a otra por parte de sus miembros, o incluso el listado de características que la constituyen, es mucho más cambiante y menos rígido que lo que podría pensarse. La “tribu” de los
flogger, por ejemplo, es una muestra de esto. Su nacimiento está íntimamente relacionado con el uso de las nuevas tecnologías, en este caso el fotolog –una página web dónde cualquier persona puede crearse un perfil y subir un número determinado de fotografías por día, para ser vistas y comentadas por otros usuarios de Internet-. Tienen además algunas estéticas relacionadas a la ropa, el peinado y la música que escuchan. Sin embargo, la flogger más conocida de la Argentina (“Cumbio”) es un claro ejemplo de cómo esas identidades son más difusas, menos homogéneas y –también- más tolerantes de lo que los relatos adultos parecen mostrar. A pesar de ser hoy una referente, y la iniciadora de las reuniones no virtuales de los floggers, Agustina Viveros no entra en los parámetros esquemáticos que supuestamente tiene esa tribu.  Cuando le preguntan por las formas nuevas de escribir a través de los teléfonos celulares, Cumbio, en un reportaje al diario Perfil, contestó: “A veces me mandan mensajes sin vocales, todo con k. Ni yo los entiendo. 3 Tampoco coincide en sus gustos musicales con lo que supuestamente es un flogger y dice escuchar “Damas Gratis, Amar Azul y El Polaco. Soy una flogger poco común. Uso chupines pero me gusta la cumbia. En el ambiente es raro, porque los floggers escuchan música electrónica. Pero a mí no me cabe y no tengo problema en decirlo.” Finalmente, tampoco responde al rechazo que supuestamente todo joven tiene sobre la política. En otro reportaje, esta vez en el diario Crítica, dice que “en los flog está prohibido postear sobre política, pero me mantengo informada preguntándoles a mis papás 4 .
 


 

Las palabras de Cumbio muestran que las identidades de los jóvenes no tienen la rigidez que a veces los adultos le otorgan. Aparece como positivo una actitud más tolerante respecto a la diferencia, aún dentro del mismo grupo de pertenencia. El fotolog de Agustina tuvo en su corta vida de dos años, más de 11 millones de visitas. La chica recibe además unos 200 mensajes de texto por día y en cada provincia tiene al menos un club de fans. Sin embargo, Cumbio no tuvo mayores problemas en mostrarse con a los besos con su novia, y a juzgar por los comentarios que recibe en su fotolog, su condición sexual no parece ser el centro de ningún debate ético o moral.

El ejemplo  de los flogger despeja algunos fantasmas que el mundo adulto suele tener sobre el juvenil: las nuevas tecnologías acercan nuevas posibilidades de expresión e identificación para los jóvenes con un mínimo acceso al recurso informático. A la vez, los miedos acerca de un creciente “aislamiento” en el universo privado por parte de los adolescente, por el uso de computadores personales o celulares, habría que relativizarlos: las convocatorias físicas de los flogger todas las semanas en el barrio del Abasto, así como la creación de clubs de fans, fiestas y eventos, muestra que los mundos “virtuales” y “reales” son más complementarios que excluyentes.
El celular y la esfera privada
 


 

Recientemente, la Universidad de Palermo y TNS Gallup elaboraron la encuesta “la tecnología según los jóvenes argentinos 5 , a partir de entrevistas a 895 jóvenes de entre 10 y 24 años. En ese estudio, se destaca al celular como el elemento preferido por el 40% de los entrevistados, muy por encima de la computadora (23%), pero también superando al gran favorito de las últimas décadas: el televisor, que fue relegado al segundo lugar de las preferencias con el 34%.

La elección del celular como el elemento de tecnología más importante para la vida de los jóvenes rompe todas las barreras socioeconómicas, y aunque en los estratos más bajos se produce un descenso en su uso (de un 94 pasa a un 88% de los encuestados) todos comparten el nivel de importancia. Sin embargo las diferencias sociales afloran al momento de consultar a los jóvenes sobre su auto consideración respecto de su relación con la tecnología: los que se consideran de “avanzada” llegan al 11% en los niveles sociales más elevados, mientras que sólo un 7% de los jóvenes de escasos recursos se siente pionero en el tema. Por el contrario, la sensación de “estar atrasado”,  alcanza a un 40% de los chicos de bajos recursos, cifra que disminuye sensiblemente, hasta llegar a sólo un 10% de los jóvenes económicamente privilegiados.

En una entrevista para el sitio Educa.ar, Sergio Balardini plantea efectos de esta nueva relación tecnológica:
“¿Cómo era antes cuando alguien hablaba por teléfono, un joven o un adolescente? Era alguien que estaba en una habitación con un teléfono fijo y probablemente podía haber algún adulto pegando la oreja en la pared,  o cuando había una extensión telefónica escuchando desde el otro aparato. Entonces, de alguna manera, había un control. ¿Cómo es hoy? Bueno, básicamente puede ser por los mensajes de texto del celular, puede ser por el chat, puede ser por una cantidad de vías por dónde el adulto no accede, o al menos no está presente al momento de esa comunicación mediada por la tecnología actual, en dónde perfectamente los adolescentes pueden imaginar que están en un mundo sin adultos”.
Este nuevo escenario plantea desafíos nuevos para la escuela. Más allá de los casos que suelen difundirse, como el de las filmaciones a profesores a través de los celulares y luego colgadas en Internet, la cuestión es cómo insertar/regular esta nueva herramienta de comunicación en el mundo educativo. En la segunda entrega sobre este tema, vamos a indagar un poco más en otras herramientas tecnológicas, comúnmente usadas por los jóvenes, y lo que piensan jóvenes y adultos acerca de la relación entre escuela, tecnología y cambio cultural